De muchos y maestros

lunes, 31 de agosto de 2009

-Somos un grupo numeroso, así que tenemos que hacer lo posible para mantener el orden- Les dijo la maestra de Epistemología a su grupo con un visible tic en el ojo derecho, al menos notable desde la segunda fila de pupitres horizontal al profesor.

-¡Somos demasiados, esto es antipedagógico!- Dijo una semana después gracias a la integración de diez nuevos alumnos que llegaron del turno vespertino, haciendo a este grupo un total de 60 criaturas aproximadamente.

Creo que nunca me había tocado estar en un grupo tan grande y es molesto. No falta la bola de comadres que en ningún momento dejan de platicar, lo que es curioso y a la vez peor es que siempre se sientan cerca de mi. Impidiéndome escuchar lo que dice el profesor o a quien en ese momento tenga la palabra.

Pero bueno, para que esto no se convierta en un blog de quejas sin sentido, publicaré un pequeño trabajo de la materia redacción, y que por cierto ya me regresaron dos veces: la primera, por olvidar el interlineado 1.5, y la segunda vez, por generalizar al final de este. Con esto, termino la entrada.

Mi maestro: Reflejo de la educación

A los 4 años, como cualquier otro estudiante promedio, comencé una larga y dura vida académica, la cual aún no ha terminado. Durante estos casi 15 años de estudio, he tenido la dicha de tener clases con maestros muy buenos en lo que hacen. Aunque otros simplemente parecen no tener fervor por su profesión.

En tercero de primara, fui asignada a un maestro con el cual no tuve clase; no se aparecía. Al final de este año, nos aplicaron a todos un examen, el cual, si bien era fácil, el 80 o 90% del grupo reprobó; despidieron al maestro, aunque otros dicen que se murió. El grupo llego a cuarto grado sin haber tenido un tercer grado. Así que nos asignaron a una maestra dura y exigente la cual a todos nos hacia llorar al finalizar el día, sin embargo con esta maestra aprendí muy bien y, de hecho, terminé agrandándole.

En secundaria recuerdo haber tenido un maestro de biología del cual todos se aprovechaban, pues su tolerancia era demasiada. En cambio, en tercero tuve una maestra de geografía fría y exigente, no exagero al decir que muchos le temían. Oh, sorpresa. Nuestro grupo logró obtener buenas notas en los exámenes de evaluación en la parte de geografía.

Me parece que si todos los maestros fueran estrictos con sus alumnos, tal vez los jóvenes de hoy serían un poco diferentes a lo que vemos ahora, y entre ellos me incluyo. Así, puede ser que tengamos un futuro más prometedor, ¡quién sabe!

Aunque me encuentro muy agradecida, puesto que si he tenido tales maestros, también tuve a otros que fueron y serán un ejemplo a seguir, como mi maestro de filosofía de la preparatoria, exigente y, a veces, manchado y llevado, hizo de su materia algo de qué interesarse y aprender con ganas.

De los maestros siempre se aprende algo, aunque no necesariamente sea sobre la materia que imparte.

Primera

domingo, 30 de agosto de 2009

Desde hace ya varios días que planeaba crear otro blog. Sí, otro blog, puesto que al anterior ya no pude acceder por razones que desconozco. Me vi fuertemente motivada a hacerlo por necesidad de mejorar mi deficiente redacción, porque algunos egresados de mi facultad lo recomendaron y, tal vez, para tener algo que hacer en vez de ponerme a mirar la pared.

¿Sobre qué voy a escribir? No tengo idea. Tal vez, haga de esto una bitácora, o pondré historias, opiniones o pensamientos profundos que sólo a alguien de dieciocho años se le pueden ocurrir. Así que, estimado lector, lo invito de la manera más cordial a que me deje un comentario si hay algo que le agrade sobre mis escritos, de lo contrario... también, de tal manera de que pueda formar a una escritora decente para el futuro y/o, por qué no, a pulir su bella capacidad crítica.

Sin saber qué más escribir termino esta primera entrada diciendo: ¡El azul es para resaltar al pollo!