En dónde me tuve que meter

jueves, 5 de noviembre de 2009

Decir que las cosas pasan por algo es demasiado trilladín, creo yo.

Una vez leído el temario de la carrera comunicación y periodismo me levanté entusiasmada de mi asiento y me dije hacia mis adentros: ¡Dios! Qué carrera tan más interesante. Cuando quedé asignada en el campus que quería los ojos me brillaron, me imaginaba una y otra vez mis primeras clases. En efecto, las primeras clases fueron la onda.

Al igual que yo, muchos compañeros de salón nos veíamos emocionados, como si nuestras caras reflejaran compromiso y hambre de conocimiento. Todo se vio en duda las siguientes semanas. Lo que habíamos aprendido en nuestras preparatorias, dígase métodos de enseñanza, había sufrido un drástico cambio. Dejemos de un lado el temario, vamos; eso no es lo importante.

Bien lo dijo un famoso programa de televisión en su tiempo: “Las reglas cambian”. Conforme el tiempo pasaba, mi cara formaba un gran signo de interrogación. Realmente era complicado descifrar qué es lo que quería cada maestro. Aplicar lo aprendido en el Colegio de Ciencias y Humanidades sobre ser autodidactas parecía no servir, pues todo era erróneo al ser evaluado por los nuevos maestros.

Sin embargo y a mi parecer, este es tan sólo el primer paso. A pesar de perder frecuentemente las ganas de estudiar, he adquirido nuevas nociones sobre el estudio. Algunos maestros suelen ser bastante extraños a la hora de evaluar o dar su clase; por unos cuantos errores ameritamos el seis o durante la clase nos explican cosas sin saber el tema, sin embargo, esto mismo abre paso a que nosotros, los alumnos nos interesemos en aprender más.

Mis nociones sobre las ciencias sociales han cambiado… Está bien, aún me sigue aburriendo la historia, pero he aprendido es que para superarse hay que estudiar. Creo que ahora ya no es ir por la calificación, sino por aprender. Eso espero… y no todo se da en bandeja de plata